lunes, 4 de mayo de 2015

Revolución en marcha


La revolución en marcha
Alfonso López Pumarejo fue elegido presidente en 1934 para un periodo de cuatro años. Fue el segundo gobierno de la llamada República Liberal y se presentó ante los ciudadanos abanderado con la consigna de la “Revolución en Marcha”, cuatrienio que se presenta ante la historia como progresista, cuando lo cierto es que en el período se dio cumplimiento a las imposiciones que pesaban sobre el país en contra de la independencia y el interés nacional. Era el imperialismo quien imponía la llamada “modernización del Estado”, con el objetivo de que fuera el ente público el que sirviera de garante a sus manipulaciones económicas y al saqueo sin límite de nuestros recursos naturales y humanos.

En concreto, el gobierno de López reconoció constitucionalmente las exigencias del imperio. Por ejemplo, reformó la educación pero negó la autonomía universitaria, una de las banderas que el Partido Liberal había propuesto en las campañas electorales.

Con la Ley 200 de 1936 puso en marcha una espuria reforma agraria, que tan solo sirvió para engañar a los campesinos y contener el auge de sus luchas. No sin razón el jefe de la UNIR en ese entonces, un joven parlamentario llamado Jorge Eliécer Gaitán, calificó como gran farsa la consigna de la Revolución en Marcha.

También en 1936, el gobierno de López suscribió un tratado de libre comercio con Estados Unidos, antevente del TLC actual y con las mismas características. Fue un acuerdo tan leonino y desventajoso, que el gobierno de Ospina Pérez se vio obligado a denunciarlo en 1948.

López, con el apoyo de las mayorías liberales en el Congreso, logró sacar adelante una reforma a la Carta de 1886, que definió la propiedad como una función social dándole vigencia a la expropiación, aun cuando en muy contados casos. Lo principal de esta reforma, a tono con la doctrina keynesiana que había puesto en boga el presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt, fue el haber establecido el derecho del Estado para intervenir en la economía. López se preocupó además por codificar en un cuerpo único la legislación laboral y por hacer algunas concesiones en este campo, principalmente para mantener de su lado, como en efecto lo logró, a la influyente Confederación de Trabajadores de Colombia, CTC, donde estaban aliados liberales y comunistas. Como una muestra, dio vida constitucional al derecho de huelga, pero restringiéndosela a los trabajadores de los servicios públicos. La tendencia laica se hizo notoria y López normatizó las relaciones entre Iglesia y Estado. Dispuso la libertad de enseñanza, dándole carácter gratuito a la educación en las escuelas del Estado. Definió y estableció el sufragio universal para varones, y para las mujeres el derecho de acceder a los cargos públicos.

En las elecciones de 1938 resultó elegido presidente de la República el señor Eduardo Santos Montejo, para un periodo de cuatro años, con votos del Partido Liberal y del Partido Comunista. El Partido Conservador no participó en la contienda.

El Partido Comunista había sido fundado en 1930 y creció de la mano del primer gobierno de Alfonso López. El de Santos, como agradecimiento a su genuflexo colaboracionismo de clase, desató una violenta persecución contra las organizaciones sindicales orientadas por el PC. En 1940 fueron expulsados de la CTC los dirigentes comunistas, lo que dejó la central sindical en manos del gobierno liberal.

Uno de los hechos más importantes del cuatrienio fue la firma del pacto cafetero de Washington el 28 de noviembre de 1940, el cual permitió a los países productores de café la asignación de cuotas fijas para la exportación del grano hacia el mercado de Estados Unidos y Europa

tomado de: www.banrepcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/diciembre2005/revolucion.htm el tres de mayo del 2015

domingo, 3 de mayo de 2015

La Violencia de Mediados del Siglo XX en Colombia




Violencia de mediados de siglo XX
LA VIOLENCIA DE MEDIADOS DEL SIGLO XX EN COLOMBIA

En la primera mitad del presente siglo las Guerras Civiles desaparecieron; pero el fenómeno de la violencia continúo.  Algunos remontan la violencia de mediados del siglo en la década de los treinta a la caída de la Hegemonía Conservadora.  En esta década, en los departamentos conservadores de Antioquia, Boyacá y Santander, se presentaron fuertes enfrentamientos políticos de carácter bipartidista; este conflicto venía desde mediados del siglo pasado, desde el nacimiento de los partidos políticos.

La magnitud de las acciones violentas se incrementó entre 1945 y 1965, periodo que los historiadores y la gente común y corriente denominan la época de la Violencia.

El Estado colombiano de mediados de siglo se caracterizaba por su debilidad, precariedad y fragmentación.  No había desarrollado una propuesta clara de inclusión ciudadana a los actores sociales, que habían entrado en escena desde los años veinte: campesinos, obreros y sectores populares urbanos.  La clase política, las oligarquías industriales y comerciales, se enfrentaron por el dominio burocrático y económico del Estado, sin tener en cuenta las demandas de estos sectores populares.  Estos sólo fueron tenidos en cuenta por López Pumarejo para subordinarlos a su Revolución en Marcha y posteriormente por el caudillo Jorge Eliécer Gaitán.
Jorge Eliécer Gaitán.
La nación estaba dividida no sólo por el problema bipartidista, sino por una serie de problemas sociales sin resolver: reformas laborales para los trabajadores, el acceso a la tierra para los campesinos, y soluciones económicas y sociales para sectores rezagados de las ciudades.  Esta polarización entre oligarquía y pueblo, entre “país político y país nacional” fue la que buscó canalizar el gaitanismo y que terminaría por estallar el 9 de abril de 1948.

La Violencia aunque en un inicio tuvo un escenario urbano, pronto se trasladó al campo.  Los campesinos con sus formas no organizadas de lucha entrarían a ser los actores centrales de dicha insurrección.  A diferencia de las Guerras Civiles del siglo XIX, la dirección de la Violencia de mediados de siglo estaba a cargo del pueblo, de manera particular del campesinado; ningún dirigente de la élite política bipartidista entró a hacer parte de la dirección militar del conflicto.

Desde entonces, la Violencia rural comienza a ser parte de la memoria y del imaginario de los colombianos.  De ser una simple palabra, pasó a verse como un Actor; por ejemplo, nuestros abuelos dicen “la Violencia me quemó el rancho”, “la Violencia me quitó los hijos”; es decir, la Violencia es vista en singular, sin diferenciar que sea conservadora, liberal o comunista.  Es posible que el uso de este concepto surja del interés que tenían las élites partidistas de descargarse de su responsabilidad.

La Violencia en un inicio se desató contra los campesinos liberales quienes se organizaron para defenderse, luego la persecución se extendió a los campesinos comunistas, naciendo aquí la cuadrilla bandolera, que caracterizó la última fase del periodo de la Violencia de los años sesenta. La cuadrilla bandolera, fue la respuesta del campesinado perseguido; estaba conformado por un grupo de campesinos, que se vieron obligados a organizarse y a armarse para defender su vida.
Guadalupe Salcedo, jefe guerillero de los Llanos.

El bandolero era un líder campesino joven afectado por la Violencia de manera directa, como la principal causa por la cual se alzó en armas.  A la mayoría de líderes bandoleros les habían matado a sus padres, esposas, hijos o hermanos.  El bandolero encarnó unos valores morales locales, es decir, era un portador de cierto tipo de justicia popular contra las arbitrariedades del Estado; por ejemplo, el campesino siempre ha observado como justa su lucha por el acceso a la tierra, siendo ésta la base histórica de sus reclamaciones, recogida algunas veces por el bandolero.

Para que el bandolero sobreviva es necesaria una relación con las bases campesinas, pues son ellas quienes sostienen a esta actor improductivo dentro de cada región: los bandoleros no producen nada, y sí demandan bienes económicos y de consumo para su sostenimiento, lo que ocasiona que en algún momento esta relación se convierta en insostenible y los campesinos terminen por entregarlos.  El bandolero inicialmente cuenta con el apoyo del gamonal político para su sostenimiento, llevando a la vez una relación de amistad social con  las bases campesinas; luego, la supervivencia del bandolero recae solo en el campesinado, momento en que empieza la crisis de esta relación.
Guerilla comunista.

La respuesta regional al bandolerismo fue diferente; por ejemplo, en los Llanos Orientales la lucha se afrontó de una manera más organizada, alcanzó a existir más que un bandolerismo social, una guerrilla liberal estructurada a nivel de mando, veredal y regional; trazándose al final de su corta vida, (junio de 1953), una lucha por el poder con reivindicaciones profundamente sociales.  El sur del Tolima es un caso diferente por la complejidad y diversidad de matices del movimiento.  El nombre más conocido o promovido en su tiempo en esta región fue quizás, el de Jesús María Oviedo, el General Mariachi, pero en realidad había allí tantos Generales como comandos: el General Peligro, el General Vencedor y el General Loaiza; la enumeración evidencia en sí misma la ausencia de un comando unificado y el reparto gamonalesco de las influencias locales.

Aunque los grupos bandoleros de campesinos y comandos guerrilleros que se alcanzaron a formar no generaron una propuesta unificada a nivel nacional, si demostraron en algunos casos, que para el campesinado la Violencia evidenciaba demandad puntuales como el acceso a la tierra y el desarrollo del campesinado.  Esto se percibió al inspeccionar las plataformas que alcanzaron a desarrollar las guerrillas del llano y las comunistas del sur del Tolima.  Las primeras, en la Segunda Ley del Llano, hablan de un gobierno popular y democrático, la liberación nacional y la necesidad de colectivizar la tierra.  Las guerrillas comunistas del sur del Tolima, en el segundo semestre de 1952, establecen una plataforma, en la que el principal punto es la reforma agraria.